Maira Alejandra nació en el municipio del Charco y estuvo apadrinada durante su etapa en la educación primaria. Ahora, con 17 años, vive en Tumaco y está terminando sus estudios de secundaria. Cuando nos encontramos con ella explica: “Me cambiaron de colegio, pero a pesar de todo, estoy bien, y me llevo bien con las compañeras y los profesores”.
Del apadrinamiento, Maira Alejandra recuerda la relación con su madrina Maria Inés: “A pesar de que estábamos muy lejos, ella se ganó mi cariño poco a poco, primero con las cartas y luego también con los regalos que me enviaba. Al principio, ella no me conocía ni yo la conocía a ella, y luego, con las cartas que me mandaba, aunque no llegamos a vernos en persona, poco a poco nos fuimos integrando y nos fuimos ganando mutuamente el cariño”.
Para que puedan construirse sociedades más justas, Maira cree que lo más importante es la confianza. “Que los niños tengamos confianza en los adultos y que ellos confíen en nosotros” “También, que podemos ayudar entre todos a personas que estén necesitadas, y que podamos hacer una causa con ellos para ayudar a los que no tienen, sobre todo para comer”.
Maira cree que el respeto a los derechos de los niños nace “del compromiso con uno mismo”; “si uno mismo se respeta, se hace respetar a los demás” considera. De aquí nacen “la forma cómo nos tratamos y la alegría de estar con otros”.
Lo más importante del apadrinamiento, según la experiencia de Maira, es que le ayudó “a conocer personas lindas”. “Creo que para los niños es necesario descubrir el cariño de los demás, y me gustaría poder explicar que con el apadrinamiento se puede”, dice al final.
Aquí puedes ver un vídeo del encuentro de una técnico de Global Humanitaria con Maira Alejandra, en Tumaco.
Imágenes: Retrato de Maira Alejandra en la época en que estuvo apadrinada / Junto a la puerta de su casa, una vivienda palafítica en El Charco.