En 2013 Malika dejó el hogar de Fultala después de 12 años. “Los años han pasado muy deprisa”, nos cuenta, "y yo los he llenado con un montón de experiencias, aprendizajes y recuerdos".
Cuando llegó en 2001 “tenía 9 años y estaba muy asustada".Malika vivía con su familia en una chabola cerca de la estación de tren de Ballygunge. Ni ella ni sus hermanas iban a las escuela y su padre las maltrataba. Cuando éste murió, su madre las llevó a ella y a su hermana pequeña a nuestro hogar de acogida de Fultala porque no podía mantenerlas.
"Tras unos días de adaptación", cuenta Malika, "dejé de pensar en la comida, la ropa, en cosas que antes no tenía. Me sentía a salvo bajo un techo, tranquila” y poco a poco pudo concentrarse en los estudios.
En 2013 acabó su 12 curso y decició hacer formación profesional en Peluquería y Estetica e independizarse, salir del hogar. Todo con el objetivo de trabajar en Calcuta, "donde vive mi madre", con quien nunca ha perdido el contacto."También me gustaría enseñar danza a niñas porque me encanta bailar y tengo un diploma de KATHAK, una danza tradicional. Este certificado puede ayudarme a conseguir trabajo de media jornada en alguna escuela de danza", añade Malika.
“Aunque me entristece dejar el hogar de niñas de Fultala, dice Malika, "comprendo que nadie puede estar para siempre allí y solo tengo palabras de agradecimiento para BSSK y Global Humanitaria, que me han ayudado todos estos años y me han dado la oportunidad de estudiar y de forjarme un futuro".
La hermana pequeña de Malika sigue en el Hogar de Fultala y está estudiando en la clase IX en la escuela Holy Cross. Además de trabajar, el deseo de Malika es recuperar su vida familiar .
Ella es una de los cerca de 170 niñas, niños y adolescentes en situación de pobreza o abandono familiar que viven en alguno de los cuatro hogares de acogida que Global Humanitaria mantiene en la India. Gracias al apoyo de colaboradores, socios, padrinos y de instituciones públicas, estos niños consiguen crecer y formarse en un entorno que les permite desarrollarse como personas y tener una oportunidad de futuro.