"Me fui con el corazón abierto a descubrir uno de los países más salvajes e increíbles que haya visto jamás." con ese espíritu Beatriz emprendió su viaje a Camboya el pasado noviembre para conocer a Ven, el niño que tienen apadrinado en su familia,
¿Cuáles fueron tus primeras impresiones? "El primer contacto fue impactante, un limpísimo cielo azul con nubes blancas brillantes y un aire muy caliente. Este país es mucho más que Angkor Wat: tiene historia, paisajes preciosos, comida sabrosa, playas e islas de ensueño y lo mejor de todo: su gente, un pueblo sonriente, amable y divertido."
¿Qué fue lo que más te sorprendió? " Descubrimos que Camboya es el país con más minas anti-persona del mundo y que no se puede caminar campo a través, así como así. Es un país joven, el 70% de la población es menor de 25 años. La gente está construyendo, trabajando, siempre están haciendo cosas. Por el país pasa además uno de los ríos más largos del mundo, el Mekong."
Y conociste a Ven... " Tuve la suerte de conocer al niño que tenemos apadrinado. Chanbol, el coordinador de la ONG con la que trabaja Global Humanitaria en Camboya, nos recogió con su magnífica sonrisa y juntos emprendimos el viaje en coche hacia las aldeas. Durante el trayecto nos estuvo explicando lo complicado que les resulta a las familias escolarizar a los niños".
¿Cómo era su entorno? "La noche anterior, nerviosas, hablamos sobre qué nos encontraríamos al día siguiente durante nuestra visita. ¿Cómo vivirán? ¿Cómo serán sus hogares? Vimos los campos donde cultivan y las típicas casas. La gente nos miraba con cara extrañada, no pasan muchos turistas por aquí.
Salimos del coche y allí estaban esperándonos: curiosos, nerviosos, ofreciéndonos una implacable sonrisa y una tremenda amabilidad. Nos contaron muchas historias del pueblo y de la familia. Nos sorprendió el esfuerzo que hicieron por entendernos y que nosotros les entendiésemos. Fue de verdad una experiencia muy enriquecedora."
¿Algún recuerdo especial? "Son muchos los momentos que quedarán grabados en mi mente para siempre. El que con más alegría recuerdo, fue cuando pudimos jugar con los niños. Corriendo de arriba para abajo y todos riendo. Pensamos que éramos nosotras las que les estábamos haciendo felices a ellos, sin embargo, eran ellos los que nos hicieron felices a nosotras. De vuelta a la Phnom Penh no podíamos parar de sonreír ."
Camboya. "Conocimos de primera mano lo durísimo que es su pasado reciente y lo castigado que ha sido su pueblo. Nos asombramos de que no hubieran perdido la sonrisa y de que se les viera tan felices. Cuánto tenemos que aprender.Visitamos la antigua escuela Tuol Sleng que pasó a ser llamada prisión S-21 y tuve que salir. Las historias de aquellos años son increíblemente crueles y te hacen pensar: ¿cómo es posible que haya gente así de animal? Viajar te despierta, te mantiene alerta y te recuerda que la realidad que tú conoces no es la única que existe. Otros no han tenido tanta suerte."
"He aprendido con qué poco se puede llegar a vivir. Y a relativizar. Hay cosas que no tienen ninguna importancia. ¿No hay leche para desayunar? Me tomo un vaso de agua, no pasa nada.Todos los días me acuerdo de Camboya."
"Tengo en mente volver en cuanto pueda y todas las veces que pueda. Conocer estas realidades te hace comprender que es posible luchar y acabar con la pobreza. El poder de la acción individual,repetida por muchos, puede solucionar el problema."
Desde Global Humanitaria, ¡gracias Beatriz por tu testimonio!